viernes, 20 de noviembre de 2009

Enemigo


.......Hace frío, las ventanas sudan y pequeños cristales de hielo distorsionan la vista, no deja de nevar, La chimenea esta encendida pero Lulú no siente calor. Había sido una semana muy dura. Cargar leña, acarrear agua, alimentar a los animales, el frío que mordía la piel y los zapatos que pesan como ladrillos de tanta humedad. Sus labios tienen llagas y cientos de pequeños cortes en las manos y los pies no la han dejado dormir tranquila, el pie izquierdo sangra desde hace tres días, le enseñaron a callar y una queja no tiene razón de ser. Unos guantes, necesita guantes y botas secas. Es demasiado, le duelen los pies y los ojos, no tiene mucho que le empezó a doler la cabeza. — ¡Ayúdame por favor! ¡Despierta por el amor de Dios!— Un golpe seco en su espalda la hace caer al piso, se levanta sin fuerzas, apenas las suficientes para mover los pies y alejarse en silencio, sin llorar, no vale la pena llorar. Pequeñas ramitas caen de sus manos, el camino es largo y lodoso, el frío es insoportable, la humedad de los zapatos entumece sus dedos, cada paso aumenta el dolor y el ardor en la planta de los pies, en la piel de su rostro, cierra los ojos, camina sin ver, sin detenerse, sus manos han dejado caer los leños, apenas camina, se detiene en la puerta — ¡Niña despierta!— Hace mucho frío.
Lulú no puede más, la cuna junto a la chimenea parece lejana, se asoma, apenas se le ven los ojitos al bebé, parece que está durmiendo. Hace calor, la silla está caliente, los zapatos cuelgan de los pies y resbalan, mueve los dedos y se frota, la madera de la cuna cruje como el fuego y huele a caramelo y humo, recarga la cabeza… — ¡Que no llore ese niño! ¡Cuídalo bien!— Hace calor, se siente bien — ¡Niña! ¿Qué no oyes?— Shhh, shh… El bebé no se calla, lo saca de la cuna, lo abraza… no llores… shhh, shhh… ― ¡Niña por favor…!― Lo aprieta contra su pecho… llora un poquito, lo aprieta… se queda quieto, como dormidito. La vence el sueño.