viernes, 14 de agosto de 2009

Indigentes


La mira por instantes que parecen detenerse, llueve y no tienen prisa, se nota su respiro y sus pasos marcan un ritmo tenue, de glissando, sus voces se pierden entre las gotas, las manos de él se apresuran, sólo las manos, la cubre con un cartón, busca refugio y ella lo sigue sin preguntar. Es ciega, confía en la voz que le avisa y ella sabe que nada le pasará, esa voz la protege, es su alimento, es el sonido que prefiere a los demás cuando despierta, él lo sabe y no dice nada, se calla, sólo la mira como ahora, como hoy que llueve, sabe que nadie se la quitará y que ella lo necesita. Se abrazan, un techo de lona es suficiente, ríen porque son afortunados, disfrutan la lluvia sin mojarse, tienen tiempo…
— ¿Tienes frío? —Sí—. La abraza más fuerte.